Sogni

Ana
2 min readNov 9, 2021

--

— Me di cuenta de que yo me enamoro en sueños.

— ¿Cómo?

— Así, tal cual. Me despierto y me doy cuenta de que estoy enamorada.

— Necesito más detalles.

— Uno de mis amores más impertinentes, de esos en los que uno tiene absolutamente todo que perder, cosa que por cierto me motivó más al final, nació de un sueño.

— ¿Ajá?

— Yo sabía que algo había. Innegable. Ya está. Pero por mi parte realmente no había mucho interés. Nada que me indicara que había posibilidades de progreso, ¿quizá un fling? pero ni para eso tenía mucha energía. Estaba cansada, como solía estarlo. De todo. De todos.

— Mal comienzo

— Ni comienzo, nada. Yo no quería nada.

— Bueno, ¿y?

— Pasamos mucho tiempo juntos, porque sí. Nos encontrábamos sin quererlo y seguíamos en ciclos de compartir silencios. Caminando y caminando. Bastaba tomar un café y mirar una revista, bastaba saber que llovería y que no habría remedio más que empaparse.

How poetic.

Forthcoming, I would say. Entonces puse distancia.

— Como siempre.

— Ya! es que hasta ese punto todavía me funcionaba la cordura. El sumar y restar de la gente objetiva y medianamente sensata. Y pues se fue, porque todo en mí le dio entender que no tenía que estar.

— Asumo que volvió.

— O quizá me soñó él también. No sé, nunca se lo pregunté. En fin. Un par de meses después, caí rendida mucho más temprano que de costumbre.

— Late-night owl?

— Always. Y soñé, mucho. Aunque dicen que esos sueños eternos no duran más que 5 minutos, don’t quote me on that, though. Soñé sin parar, conmigo en medio de todos y en medio de él. Soñé que se terminaban los libros que en principio fueron infinitos, soñé que se hervían sus ojos en los ojos de alguien más. Soñé sus manos aplaudiendo otros bailes y sus piernas recorriendo carreteras nocturnas. Lo soñé lejos, lo soñé en mi regazo, lo soñé solo y lo soñé al alba de mi total carencia de decoro.

— …

— Necesito más café.

— Es más bien tu subconsciente ¿no crees? Que necesita que te des cuenta, que sepas lo que tu cuerpo siente y tu no cerebro no acepta. Y bueno, si fueras un poquito valiente…

—¡PERO FUI VALIENTE!

—¿ah sí? se enteró

— De todo. El amanecer me levantó con un mandato irrevocable: lo tengo que besar. Y besado fue.

A.

--

--